lunes, 29 de julio de 2024

La madrugada fuera del mundo

 

Hace un rato, el viento de la madrugada trajo el sonido del tren. No pasa siempre: depende de él, del viento, y de que haya silencio a las cinco de la mañana. Cuando antes lo escuchaba, algo de magia aparecía: una sintonía con el mundo. Incluso, solo en mi sucucho, levantaba una mano al aire y saludaba. Y respiraba. Ahora, recién, el sonido era el mismo, el frío era el mismo, el silencio tenía lugar, pero todo es un mero recordatorio: ahí afuera hay un mundo, sí: inhabitable. Y estar en el mundo con los trenes de la madrugada ya no es un lugar. Es un recuerdo.