Ahí donde termina la patria
hay una oficina sin sillas ni puertas.
Ahí donde termina la patria
Están los asesinos afilándose los dientes.
Ahí donde termina la patria:
están en patota saltando y bailando
Son los ciclistas de la city, y creen que no los vemos.
Ahí donde termina la patria
Hay festejos sangrientos: golpes y adoquines
y viejos que se desangran en el cordón de la vereda,
donde termina la patria.
Aquí donde termina la patria
queda lo que fuimos: no guardado ni enterrado ni en fotitos
de papel:
descuartizado en una plaza, desmembrado en bolsas de
consorcio, abandonado entre los yuyos de una estación de tren.
Ahí donde termina la patria
se apilan libros: historias que nos contábamos. Relatos de
lo que éramos. Se apilan. Y las montañas son sordas. Son siempre sordas. Antes
también.
Ahí donde termina la patria
cae rodando una camilla abandonada. Pasa de largo, cruza la
avenida y se destroza contra un bondi.
Ahí donde termina la patria
hay un colchón tirado en la vereda. Y termina.
Ahí donde termina la patria
empieza el imperio del hambre.
No el juego, el imperio: sí, el juego del imperio.
Ahí donde termina la patria
gotean ríos, se arrastran animales moribundos, saludan
perros no humanos.
Absuelven: todo lo absuelven.
Ahí donde termina la patria
están levantando una parecita: una sin cemento ni guía, muy
bajita: para tropezar al irse.
No nos van a dejar
Ahí donde termina la patria
interminablemente
se tortura y se desaparece y se.
Ahí donde termina la patria
se termina la palabra. Se desarma la mirada.
Se vota el final. Y se celebra.
Damián Grimozzi (diciembre, 2025)