sábado, 2 de mayo de 2009

¿Qué río? ¿Qué plata?

Miré otra vez más la imagen de la zona desurbanizada: allá, esa lucecita de ahí abajo no hace sino interpelar la zona urbana. Me lo viene haciendo desde muchos días. Desde el pasado, desde el borde, desde lo otro de lo mismo, desde la ceguera de los carteles luminosos y desde el aura del campo a la noche. Es un cartel, nomás, y encima, el nombre de un blog, pero Fin Zona Urbanizada, hoy, quiere decir: está bien, miremos para este lado: miremos un cacho los límites internos de Buenos Aires, digo, los interiores, los que nosotros mismos generamos y que no vemos. Y empecemos por uno que parece externo: el río. Si uno agarra y empieza por el nombre, en general empieza bien. A los porteños nos llaman así porque se supone que somos oriundos de un puerto, el de Buenos Aires, y que entonces vivimos a la orilla del agua, en este caso, de un río. ¿Alguno de nosotros piensa algo de esto cuando dice "soy porteño"?
Encima, se llama Río de la Plata. Ya, de movida, en el nombre se esconden dos equívocos, los dos de origen histórico. Los españoles del siglo XVI buscaban, tras casi un siglo de conquista y dominio de América, otra entrada más rápida y eficaz a Potosí, a la plata de Potosí. No la encontraron y, como sabemos, ni en Buenos Aires ni en toda la pampa, húmeda o seca, hay yacimientos de plata. Sin embargo, este acceso fluvial –por llamarlo de alguna manera, por ahora- conserva en su nombre el resplandor de aquel apuro por asegurar el traslado de la riqueza sudamericana al castillo de El Escorial.
Pero encima, con sólo agarrar un mapa y mirarlo, no se ve que haya dos riberas paralelas relativamente constantes, digo, un dato geográfico mínimo para considerar que un curso de agua es un río, además de arrastrar agua dulce. Esta enorme cantidad de agua que se detiene frente a nuestra ciudad ha pasado por un gran Delta, y es el producto de la confluencia de dos grandes ríos en el sentido estricto de la palabra, el Paraná y el Uruguay, y un tercero menor, el Luján, además de los ya entubados debajo de nosotros, que no son pocos. Ponele que las carabelas avanzaban muuuy despacito, y que tenían una perspectiva cartográfica muuuy diferente de la nuestra. Ponele que entonces, durante unos kilómetros, veían dos costas: de un lado la costa hoy uruguaya y del otro la hoy argentina, y hayan pensado que estaban en un río. Ponele: la cuestión es que el error no fue nunca corregido. Lo que es una gran desembocadura, y que no tiene ni lleva a ningún yacimiento de plata, se llama Río de la Plata.
Pero la lucecita más allá de la zona urbanizada no se conforma con esta mínima reflexión. Me sigue interpelando, y encuentro que lo peor es que de este error, y de su mantenimiento a través del tiempo, lo cual ya lo vuelve una mentira –similares topografías han sido llamadas en muchos otros sitios "estuarios"-, proviene el nombre de nuestro país (plata -> argentum -> Argentina). A mí me dan ganas de pensar que, por lo menos simbólicamente, esta denominación doblemente engañosa es un flor de telón de fondo de otro tema.
Se sabe, se nos ha dicho, se lo ha discutido, etc., que los porteños le damos la espalda al río. Yo me pregunto cuánto hay en esta negación de cultural y cuánto de contradictorias actividades urbanísticas –por llamarlas de una manera delicada-, o si es producto de una dialéctica entre ambas cosas.
Vamos a recorrer la ribera, de Sur a Norte, a ver qué hay:
1. el Riachuelo. Zona contaminada si las hay. Hacía mucho que no iba y me encontré con un contraste que da calambre: el olor nauseabundo lo invade todo, y en la superficie del agua se ve –juro que se ve clarito- cómo salen burbujitas de gases desde el fondo que no son peces que respiran, obviamente, sino gases de descomposición de materia orgánica, y al lado, una flor de feria turística y un muy atendido Caminito para el turismo. Recorrí otro cacho, oí hablar en varios idiomas mientras me perseguía el olor y pensé: estamos vendiendo barbarie. O sea, no pude encontrar otra explicación a esa contradicción: la zona está apenas reconstituida, o mejor, acondicionada para el turismo, y las ruinas –incluyendo el estado del agua del Riachuelo- se mantienen así, pareciera, atendiendo al interés o curiosidad que pueda despertar nuestro estado de abandono. No creo estar exagerando: sabemos que muchos europeos vienen a ver a "los indios". Perfecto: qué mejor que mostrarles decadencia y abandono, y al mismo tiempo una mesa de restaurante bien servida, y hoteles de lujo desde donde mejor contemplar el subdesarrollo.
Pero nosotros vivimos aquí, también, no? Es lo mismo: vivimos como de paso en nuestra propia ciudad, y damos la espalda, no sólo al río, sino al compromiso con la ciudad.
2. en seguida, oh, Calo Saúl, Puerto Madero: un edificio al lado de otro buscando prácticamente una vista "satelital" del río impiden al resto de la ciudad verlo. Dan río a algunos quitándoselo a muchos otros.
3. La costanera sur era un muy lindo lugar, cuando el río llegaba hasta ahí. Hoy, a pesar de que estoy de acuerdo con que exista la Reserva, me produce una fuerte sensación de despropósito ver una vieja costanera desde la que ya no se puede ver ningún río. Y la Reserva no facilita el acceso al agua. El recorrido es difícil, largo, no planificado.
4. El aeroparque, ni hablar. Se hizo sobre un terreno nuevo que el río mismo había generado con sus sedimentos, y en lugar de aprovecharlo, como hacen los montevideanos, para que la gente se acerque al río, metemos una pista a la que nadie le puede dar la vuelta. O sea que ese espacio pegado al río nunca fue pensado como público, ni de acceso libre, ni valioso para la población excepto por estar dentro de la ciudad y facilitar la comunicación entre aviones y vehículos terrestres.
5. En Ciudad Universitaria la negación sigue, claro: los dos principales bares del Pabellón III están en planta baja, y desde sus ventanales es imposible tener una vista del río.
6. Encima, ahora están construyendo una autopista ribereña, lo cual es el colmo de la negación: autos circulando a 140 km por hora serán el límite Este de la ciudad "porteña".

Pero encima de encima, no negamos sólo el Río de la Plata sino muchos más. El Estado argentino, entre 1877, cuando el ingeniero Bateman diseñó los entubamientos, y hasta 1957, en que se terminó del todo la obra con el entubamiento del Maldonado, tapó arriba de cinco arroyos y ríos, y no porque trajeran inundaciones, naaaaaa, na: era para hace calles y edificios. Esos tipos miraban un río –porque el Maldonado era un río- como un problema, como un obstáculo, y no como una parte integrante de la ciudad. Y eso que territorio para agrandar la ciudad había de sobra.
Así que ahora la lucecita del otro lado de esta zona urbanizada me pregunta sin piedad: si los ríos y arroyos hoy entubados estuvieran abiertos y limpios, sin contaminación, y fueran cruzados por numerosos puentes ¿la vida en Buenos Aires no sería más atractiva y la circulación del aire más adecuada, en lugar de la enorme masa sofocante de cemento que hoy tenemos? ¿Era más caro hacer puentes que entubar ríos y arroyos?
Pero el recorrido "turístico" no terminó: nuestro Río que no es un río y que es de la Plata y no conduce a la plata, además es un cementerio infame, donde de todos modos la gente va y se divierte pescando. Todos sabemos positivamente que muchos de los detenidos-desaparecidos fueron arrojados al río dopados con Pentotal.
Ahora veo un poquito mejor: eso que tenemos como límite no es un río, seguro, pero porque es un espejo, y no de agua: es fiel espejo de nuestra historia de negaciones. Por eso le damos la espalda.

7 comentarios:

el_iluso_careta dijo...

desde los 70 nunca más pude cruzar el charco...
escuchando 05 - Tu Alma Me Mira Hoy A\PorSuiGieco - PorSuiGieco (1975)

damian dijo...

Ilu: yo lo crucé en el 85 para ir a Montevideo, cuando se fueron los milicos de Uruguay. Iba con amigos yoruguas. Nadie miraba el agua, y no era por nos molestaran los reflejos del sol.

Raúl Avila dijo...

Sabés qué? El otro día estaba escuchando en mi programa favorito de radio ("NO TOQUEN NADA" Oceano FM 93.9, "www.oceanofm.com") un análisis de un pensado uruguayo (bueno, no trucho) sobre nuestra relación con "la costa".
Hay quienes sostienen que los montevideanos somos más "porteños" que los bonaerenses porque nuestro puerto es natural (suelen ser los mismos idiotas, chauvinistas al pedo, que pelean por la nacionalidad de Gardel sin darle bola a su arte).
Lo del estuario me lo enseñaron en la escuela (para ustedes "el cole") y -no hace mucho- mi hermana del alma, tuvo una experiencia tremenda, con sus tíos venidos de Chipre, que no entendían cómo podía llamársele "río" a algo que no mostraba costa al otro lado.
Si le sumamos el triste designio que los represores de un lado y otro, le dieron a este "charco" (y que acá, cuando algunos cuerpos llegaron a la costa, le colgaron el rótulo de "coreanos en pedo que cayeron de un buque"), es bien intrépido -por decir algo "amable"- el destino de algo que no termina de ser nada, y es todo al mismo tiempo.
Buenísimo tu aporte. Lo releo para masticarlo un poco más y me acuesto.
Hasta la próxima.

Moro dijo...

Ché, Damián, qué buen post cultural y educativo! (notese el acento argento, un vano intento por sentirme menos extraño y menos gallego para firmar en este blog). Gracias por esta ruta turística que por un momento me ha hecho sentir como si estuviera bailando tango en San Telmo o tomando mate sentado en la orilla de un rio que no es rio y que no conduce a ninguna plata. Nunca te lo dije pero desde hace mucho tiempo sueño con cruzar el charco y conocer el país de Dieguitos y Mafalda. Estoy seguro de que algun día cumpliré ese sueño, mientras tanto seguiré perdiendome por esta zona desurbanizada. Creo que en mayor o menor medida todas las ciudades del mundo son víctimas de proyectos urbanísticos que atentan contra el encanto y la belleza del paisaje. Aqui mismo, en Asturias, las playas están infestadas de edificios horrendos y hoteles monstruosos que ofenden a la vista. Es todo por la plata, no la plata que los españoles no encontraron nunca hace siglos, la otra, la que tiene forma de dolar o euro. Solo una cosa: desconozco el sentir del resto de los europeos, pero si sé que cuando un español/a viaja a Argentina no viaja para conocer a los "indios", creeme. Aqui, en esta tierra, se les quiere y se les respeta mucho. España es un país en deuda con todos ustedes y quizás por eso todo el que va se enamora de tu tierra.

Un abrazo!

Moro dijo...

Por cierto, esto parece un capítulo de Los Simpsons... tenemos a el_iluso_careta en el papel de Otto, Raúl haciendo de Flanders y yo de Apu, jajaja

damian dijo...

Raúl: Gracias por pasar, y por pensar el "río" así, de un lado y del otro, que está bueno. Eso de quiénes somos "más porteños", ay, Dió, mejor dejémoslo. Yo con lo que me quedo, eso sí, es con el recuerdo de que si uno salía de su casa en Montevideo, con el equipo de mate, era fácil y agradable dejarse llevar cuesta abajo hasta el río desde cualquier lugar de la ciudad –espero que siga siendo así, hace tanto que no voy…-, mientras que acá, por todas las razones que doy en el post y muchas otras, es obvio que no podemos hacer lo mismo. También se puede agregar que es cierto que construir en su momento el puerto de Montevideo era mucho más fácil, más "natural", que construir el de Buenos Aires: acá la costa es anegadiza, y las aguas que bajan arrastrando limo y todo eso, por razones geológicas, se acumulan de este lado. Hacer un puerto profundo acá era un despropósito. Lo hicieron igual, por razones de interés económico, y aun así hoy por hoy no se lo usa, casi. Los barcos de gran calado -los que se llevan las materias primas y dejan las importaciones elaboradas-, ya usan, en Argentina, a Mar del Plata, Necochea y Bahía Blanca, que son mejores puertos, ponele más "naturales".
Lo que me impresiona es lo "astuta" –por decirlo delicadamente- que suele ser la memoria. Mencionaste lo de los "coreanos ahogados" y yo tardé 24 horas en reaccionar. No lo recordaba para nada, pero de pronto al día siguiente surgió: sí, eso se dijo en un momento dado por acá también, y hoy me da escalofríos porque debíamos estar muy "quemados": ¿nos íbamos a creer que un barco de inmigrantes ilegales iba a venir desde Corea y a naufragar acá, como si esto fuera Miami? Y encima, "en pedo", o sea, xenofobia de la peor.
Ahora bien, yo pensaba estar escribiendo un post netamente destructivo, digamos así. Vos en cambio, decís: "intrépido destino de algo que no termina de ser nada y es todo al mismo tiempo". Buen punto. Buen punto para decirse: las posibilidades de que esto sea distinto también están ahí, anidando en esta historia de confusión y olvido.
Un abrazo.

damian dijo...

Moro:
"Che", realmente, huelga decir que no sos ningún extraño en este blog, y si "tú eres" español, y asturiano, a mucha honra, coño! Además, lo genial del idioma español es que nos entendemos todos, sin tener que abandonar nuestro dialecto respectivo.
La verdad, escribí esto en base a muchos apuntes tomados durante varios meses. A lo mejor de ahí –y pido disculpas, porque no me gusta "dar clase"- el tono educativo. Tengo algunos más que voy a ir poniendo de tanto en tanto, para no hacer tan pesado un blog que ya viene bastante denso. Espero que sirvan para "perderse" en la zona urbana desde la zona desurbanizada.
Tu sueño de venir acá me pone en un aprieto: me agrada, me halaga como argentino, pero me obliga a decirte: esta ciudad se está poniendo inhabitable, hermano. Claro, yo lo veo desde adentro, quizás no veo lo bueno, no sé.
En cuanto a la deuda, es mutua, y no lo digo por quedar bien. Ha habido idas y venidas, muchas migraciones, gente que se fue, que se exilió allá de acá y acá de allá, y es cierto: el contacto ha sido siempre muy fuerte, y no siempre tan bueno. Sé que hubo argentinos que en los 80 y 90 hicieron cagadas en España, que los había recibido con los brazos abiertos. Sé también que otros se portaron bien y aportaron lo suyo. Y es que se dio además algo muy extraño: justo a mediados de los 70, cuando ustedes salían de la oscuridad, nosotros entrábamos. Durante el largo período del franquismo sé para muchos espeñoles un aire fresco venía de aquí, así como de Uruguay y de México. Y después fue al revés. Idas y vueltas.
Me apena lo que me decís de las costas asturianas. Si hay un mar europeo que quisiera ver primero que cualquier otro, ese es el cantábrico. Pero a ras de tierra, y no desde una torre de 30 pisos!
Un abrazo,
y gracias por todas tus palabras.