domingo, 23 de agosto de 2009

Museo de Ciencias Humanas



Parque Centenario, verja del Museo de Ciencias Naturales. ¿Qué es lo que jode de esta pintada? La moralina, seguro. Pero me pa que es otra cosa más: la ambigüedad o lo equívoco de la frase que eligieron. Si uno lee de golpe, o sea desde el colectivo, pongamos colgado entre la gente, entiende que la "bondad" –y entiende, por contexto nacional, "bondad cristiana"- es lo invencible, lo que todo lo puede, etc. Pero después te quedás pensando, o divagando. Y te decís: lo qué??? Momentito: 1. si el corazón humano resiste a todo, la puta: es un órgano mucho más fuerte que lo que pensábamos. Poco uso le damos, entonces. Pero, 2. si resiste a todo menos a la bondad, quiere decir que la bondad no tiene nada que ver con el corazón humano. Vaya afirmación estrafalaria, no? Pero pongamos que es cierto: que somos todos egoístas, miserables, criminales, etc. Por ejemplo, el atorrante que, con gran capacidad de intervención sintética, le puso un palito a la "S" y le dio a la frase un sentido materialista e irónico. En ese caso, si la bondad le viene de afuera al corazón humano, que viene a querer decir todos nosotros, ¿de dónde viene? ¿Qué clase de entidad sin sentimientos trae la bondad y destruye las resistencias de todos los seres humanos? Qué bondad más inhumana, ¿no? Parece más bien un castigo que una virtud; un dios ajeno ante el que hay que doblegarse. 3. si el corazón humano resiste a todo menos a la bondad, ¿eso quiere decir que ante la bondad se rompe? ¿Para qué la queremos, entonces? 4. en la peor versión de lo humano, evidentemente, no somos buenos. Los hechos históricos y los presentes tienden a confirmarlo. Pero no es solución alguna que venga una Bondad a vencernos, a imponer su mandato de mansedumbre y obediencia sin conciencia.
Yo, personalmente, no creo en la bondad. Pero sí en la solidaridad; en una estrategia colectiva que parta de reconocernos "malos", digamos, de reconocernos egoístas, avaros, violentos, etc., y a partir de ahí, tomar decisiones de respeto y ayuda mutuas. No por imperio de la Bondad que viene de afuera o de arriba y nos lava el cerebro, sino todo lo contrario: por imperio de la evidencia de que no nos conviene matarnos, pisarnos la cabeza unos a otros, ignorarnos mutuamente. Quizás nos convenga a corto plazo, evidentemente. Pero a largo plazo, el resultado es la aniquilación total o la dictadura: ya sea de la Santa Bondad o de la Santa Maldad. Porque si no anida en los corazones, si es una entidad externa, todo viene a ser exactamente lo mismo. Somos animales inmodificables, y la pintada está donde debe estar: en el Museo de Ciencias Naturales, que incluyen a este bicho y su indestructible e inútil corazón de hierro.

martes, 18 de agosto de 2009

Eso



Eso cayó del cielo. Posta, eh? Se había llovido todo y a la nochecita, cuando paró, lo vi. No era un cacho de hielo, ni un cacho de granizo. Y se estaba desintegrando. Lo fotografié, en lugar de mirarlo tranquilamente, porque somos así: devoramos en lugar de dejar ser lo que tenga que ser.
Eso puede haber sido cualquier cosa, nunca voy a saber qué. Lo toqué, claro. Era gelatinoso, pero no pegajoso. Era blando, pero a la vista parecía un diamante.
Qué hizo el tano bestia: lo dio vuelta, lo rompió sin querer, y después queriendo, como un chico que no sabe cuidar un juguete y, ante la inevitabilidad del daño, hace un juego del daño mismo. Y le saqué mil fotos, claro: me puse en geólogo trucho, hice la mueca completa del acabado investigador –y muy al pedo, porque estaba solito en mi terraza; y muy "acabado"-. Lo peor fue que al día siguiente no sólo no estaba eso sino que no había ni rastros. Y nadie había subido a la terraza salvo yo.
Puedo pensar hoy que eso nunca existió. Pero brillaba anónimamente, tranquilamente; no dejaba de aparecer en las fotografías –o sea, no era como Drácula, digamos- y encima yo lo destrocé, en mi entusiasmo científico –dicho sin ninguna ironía-, así que existir, lo que se dice existir, eso existió. Si uno no fuera un bicho posmoderno, o quizás groseramente cartesiano, sacaría toda clase de conclusiones, pongamos místicas, metafísicas, etc., o no sacaría ninguna conclusión: ni ninguna foto. Pero no: ante lo que no entendemos, lo único que sabemos hacer es registrar, medir y disecar. Porque lo que no entendemos no nos maravilla: nos inquieta, porque nos interpela. Nos cuenta que en realidad tampoco nos entendemos a nosotros mismos, ni nada de nada. Entonces, reaccionamos igual que con nosotros mismos: registramos, medimos y disecamos. Y a la mañana siguiente, todo tranquilo, todo "normal".
Pero ¿qué carajo era eso?