miércoles, 14 de octubre de 2009
Nada en realidad
No era tener que recurrir a aquello que está exhaustivamente lejos de la alegría, vale decir, al optimismo. Era otra cosa: algo como el calor de la piel en su lugar. La felicidad inadvertida que se arrima a las mesas de los cafés, alguna tarde de febrero: poco a tiempo, pero dispuesta a confirmar que se ha vivido bien. Que todo lo perdido, lo quebrado, lo cruel, lo aburrido de los días lentos iguales a los días, todo lo llevado a la cama con un nudo en la garganta para despertarse gritando, toda tu puta vida, dibuja de golpe una rigurosa acrobacia y se organiza. Pero no es que se organiza; más bien, la respuesta ya está ahí, organizada en el vientito ése que entra por la ventana. Y uno está tomando una cerveza con un amigo, y ninguno lo nota. Y no hay nada, en realidad: únicamente, la piel en su lugar. Y el corazón a salvo en la casa de la piel.
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8 comentarios:
ay que lindo damian, me encantó. :D
me gustó mucho viejo...se te extrañaba...
Caro: Grazie, cara! Me alegra que te haya gustado. Qué bueno verte por acá (es un modo de decir, claro, pero no tanto).
Iluso: Y bueno, viejo, la vida a veces se pone tan real que lo virtual te parece demasiado virtual. Pero yo los extrañaba a uds, también, así que lo virtual era real.. en fin, voy a tener que empezar otro post.
genial descripción: la piel en su lugar...
yo tuve esa sensación algunas veces, es un instante y es maravilloso
me vino bien lo que escribiste ya que estoy en medio del caos y a veces creo que la piel se corre...
un abrazo!!!
Paula: qué bueno, me alegro! Es en esos momentos, cuando viene bien acordarse de que siempre hay algo así como un "salvoconducto", digamos, algo que uno vivió, que no se sabe bien qué es, pero sí se sabe positivamente que ocurrió. Espero que estés bien, a pesar del caos.
Un abrazo!
Hola Damian,
Nos cruzamos por esta esfera virtual hace ya bastante y yo no tuve tiempo de darte las gracias por tus palabras. Muchas gracias. Por tu reflexión y por tu atenta lectura.
Tu post me hizo pensar en la forma en que damos las cosas por seguras. Vivimos en un mundo de prenociones asumidas, donde uno no se pregunta si verá cuando abre los ojos por la mañana, si sus músculos serán capaces de sujetarle, si la piel que nos contiene estará en el mismo sitio que la noche anterior. Supongo que nos volveríamos locos. Pero es maravilloso el instante en el que uno se percata del milagro de que así sea.
Por las cosas en las que apenas reparamos, porque suelen ser de lo más importante. La piel, un latido, una inspiración. “Hay un paraíso en cada piel y un dios en cada hombre”- que dice el Sr. Carlos Chaouen. Un abrazo.
Minuto sin orillas: Hola, es verdad, hace tiempo. Te confieso, volví a tu blog para ver quién sos y qué te había dicho, porque me confundió el nick. Es bastante loco hablarle a alguien interpelándolo así: "Un minuto sin orillas". Es como hablarle a un momento infinto, extendido pero puntual, a alguien que ha hecho, como bien reflejás en tu blog, de la distancia y las mudanzas una identidad.
Gracias por tu comentario: sí, vivimos en un mundo de prenociones asumidas, y más te diría: no habría mundo transitable sin esas prenociones. Pero no es un mundo real-real. A lo mejor, debiera haberle puesto como título "Todo en realidad".
Un abrazo
Muy bein dicho! me encantó. Me gusta este estilo. Muy buena descripción de un momento, de ese momento.
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