domingo, 7 de julio de 2013

De cómo me dejaron afuera y por qué

Hace dos años que vengo tomando cursos en el plan Fines de Lanús. Dos años en cuyos cuatro cuatrimestres y todos sus días creo que falté tres veces en total (pero claro, esto no tiene valor: se supone que es mi deber. Cierto. Tanto como deber sería que la inspectora y las coordinadoras bajaran a las sedes y estuvieran en contacto fluido con los estudiantes y ¿alguien las vio alguna vez, o más de una vez? Tanto como deber sería que por lo menos contestaran los mails o los llamados, sabiendo como saben que los profes estamos solos en el territorio). Dos años en los que cometí imperdonables errores, eso sí. El primero, muy grave, fue ser aceptado y “aprobado” en mis funciones por los alumnos (el alfa y el omega de la educación, aunque para otros esto último sea sólo la burocracia), tanto que alumnos y varios referentes me han pedido reiteradamente que volviera a sus sedes cuando llegara la hora de dar Filosofía (lo mío, específicamente). Y esta era toda mi intención, hasta este jueves. Pero otro error imperdonable (quizás el peor que cometí) fue hacer más de lo que se esperaba de mí por parte de las “autoridades” (no por parte de los estudiantes, que son la verdadera autoridad popular): organicé talleres de escritura, cuando me di cuenta de que esa era una actividad que les serviría para todas las materias y para la vida en general, hicimos obras de teatro (están en YouTube) y, horror, fuimos más allá del programa hacia las necesidades concretas de quienes se habían acercado al Fines, un Fines que no es sino el Estado cumpliendo sus funciones de contención y asistencia: tratamos en clase cuestiones de violencia familiar y violencia de género, generamos espacios de debate, etc. De nada de esto estuvo jamás enterada (creo) la inspectora ni (creo) le hubiese interesado. Pero sí lo estaban las coordinadoras de Nación, de quienes yo esperaba, por razones de posicionamiento político, al menos alguna comprensión, algún apoyo, una mínima capacidad de ver más allá de la mediocridad. El final es formalmente intachable: me dejaron afuera como sólo los burócratas (los caníbales contemporáneos) saben hacerlo. Llegué al acto público de Filosofía, este último jueves, y no estaba en el orden de mérito. Repito: hace dos años que me vienen dando otras materias en base a Filosofía, y ahora resulta que no estaba ni en la lista para dar Filosofía. Pregunté por qué y la inspectora, con todo placer, me dijo que todo reclamo sobre el orden de mérito debía hacerse la semana anterior. Era cierto, y yo no fui porque no pensaba discutir mi posición en el orden de mérito; lo que tampoco me imaginaba era no estar en él. Pregunté si debía irme, entonces, a lo que se me respondió que sí. Las coordinadoras miraban en silencio. Así de simple: me limpiaron del Lanús haciendo uso de un recurso burocrático. No voy a sacar conclusiones que serían sólo especulativas. Pero es evidente que, de haber mediado un mínimo de buena voluntad, y de haberse considerado lo que los alumnos de las sedes quieren, esto no hubiera ocurrido. Ahora bien, lo que importa acá no soy yo, sino que así no se construye poder popular. Así se conserva el viejo sistema de poder, cuya arma invencible es, como siempre, la burocracia. Pregúntense quienes se sientan interpelados o interpeladas si realmente están militando o si sólo se están ubicando cómodamente en el sistema.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

es extraño que no nombre a su directora, quiza porque sabe que no la va de nada allì.Ella le agradece la deferencia.

damian dijo...

Al contrario, la va de mucho allí: usted (ya que no me tutea, yo tampoco, qué se cree jeje) está entre las personas que me han enseñado a manejarme en ciertas situaciones difíciles. No veo por qué tendría que mencionarla aquí. En Lanús conocí mucha más gente copada que garcas; pero los garcas tienen la mayor cuota de poder, como suele ocurrir.
Saludos!