Conozco un trayecto de pies vencidos: despido
parientes en patios quietos como neuronas deshiladas.
Conozco las redes: viajo cayendo de boca
por escaleras de acero
y desierto
destapo aquel vino y lo miro, lo acuno, lo vierto
y desnudo
el horror hundido de ojos abiertos a la noche.
Destejo la única voz en múltiples favores de visitante:
telarañas, bocetos, reglas,
minutos, vientres, desiertos,
compañeros de ida, dedos y cuellos
cerca del rompimiento, ahí en la punta del verano,
cuando se disuelve en meses a perder la espera de aquella
palabra que no diga,
aquella boca que haga.
6 comentarios:
Me encanta el remate de las ultimas dos lineas
un placer volver a encontrar tu poesía
L.F
Gracias, Lucila.
Me alegra que hayas pasado por acá.
Un poema que se abrió, como una herida, sobre mi noche cuando lo lei la primera vez y ahora. MLC
Gracias, MLC, qué bueno que hayas dejado unas líneas.
Espero que tu noche esté siendo más habitable.
Si, desciendo a la noche como quien todavía espera. Y con poesía, siempre
Publicar un comentario